viernes, enero 26, 2007

3° Feria del Libro de Trujillo


Y llegó la feria del Libro a Trujillo...

6.00 p.m.- un taxi de un adicto de la salsa me sumerge en el envilecido tránsito del centro. Consecuencia: Un autobús rojo casi nos obliga a concluir en la segunda línea está historia.
- "Ese es el mata taxis" - aclara el taxista - "hace un par de meses me destrozó otro carro"

6.30 p.m. Una portada colonial, una plaza llena de historia, ficus llenos de pájaros y ratas; tubos metálicos llenos de nada, jóvenes editores, lectores de portadas, compradores compulsivos y mirones se cofunden en un solo coro murmurante.

7.00 p.m. Ceremonia de inauguración: un regidor trata de colarse cerca del alcalde; un estudiante trata de colarse donde haya un asiento. Un galán trata de colarse donde haya una presa. Un marido trata de colarse lo más lejos de su esposa.

Yo no... yo ya me colé.

7. 10 p.m. Himno Nacional del Perú: "Somos libres..." el auditorio de pie, mientras piensa dónde se debe poner las manos para aderezar un himno bien cantado. Resultado: unos en el pecho, otros en las caderas, otros en las caderas ajenas, otros en los bolsillos, otros en los bolsillos ajenos.

7.15 p.m Himno de Trujillo: El acalde cajamarquino de Trujillo traga saliva, sus ojitos asustados se encuentra con los ojitos embarazados de la concurrencia... Suenan las notas y respira tranquilo: "nadie se sabe el himno". Todos mueven la boca dando el efecto de película china doblada al español.

7.20 Palabras y agradecimientos. Se imponen medallas (por cierto bien merecidas). Se hacen promesas. Se expresan halagos. Se recuerda a los renombrados poetas liberteños: César Vallejo, Watanabe, José Eduardo García, Marco Antonio Corcuera (ni una palabra de mi amigo Manuel). Se declara inaugurado el asunto. Se invita un súper brindis y bueno:



¡Que viva la Feria!



Roberto Pável



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jueves, enero 25, 2007

Personalidad Virtual







“Virtual: (...) 3. Fis. Que tiene existencia aparente y no real”
Diccionario
de la Real Academia Española


La violencia en la Internet ha sido explicada como resultado del surgimiento de una nueva personalidad: la personalidad virtual.

A través de un falso nombre (nick), que hace que el sujeto permanezca en relativo anonimato, alguien adopta una conducta desconsiderada y agresiva. Sujetos habitualmente tranquilos se muestran irascibles; individuos considerados insultan a los usuarios de los servicios de la red; maridos y mujeres fieles se consiguen un cyber amante; hombres de lenguaje pulcro, se expresan peor que marineros del Siglo XVIII; hijos ejemplares maldicen a sus padres... ¿Cómo es posible esto?

Se dice que estas personas crean una personalidad virtual; ante la falta de censura en la red, ante la relativa “libertad” de expresión, estos sujetos verdaderamente corteses y correctos exploran aquello que no son; a través de personajes irreales, de seres agresivos cuya verdad no trasciende los espacios informáticos.

Particularmente, creo que la virtualidad está de este lado del monitor. Ante la falta de censura y la relativa "libertad" de la internet, los virtuales buenos vecinos revelan lo que hay verdaderamene en su interior, de modo que la visible corrección de todos los días, no sería otra cosa que una virtual corrección, y la agresiva conducta manifestada en la red, sería la real dimensión de su propia existencia.

Resultando en verdad; virtuales personas en el mundo real y reales personas en el mundo virtual.



Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta


Puntos de Vista En Surfeando en la Red

Hace unos días Juan José Soto se ha tomado la molestia de reseñar este pequeño sitio en su imprescindible blog "Surfeando en la Red".

"Surfeando en la Red" nos lleva a conocer el fenómeno blogger desde los dos lados del escenario. En un sentido nos presenta blogs de relevancia capital, en otro, nos permite un acercamiento al editor detrás de cada uno de estos espacios, a través de puntuales entrevistas.

Nuestras felicitaones a Juan José Soto, y éxitos en este trabajoso camino.


Roberto Pável

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martes, enero 16, 2007

Los errores de Bush






“Bush admitió que se equivocó” decía un titular de yahoo news semanas atrás.

Lo sorprendente de la noticia no era que admitiera un error. Tampoco el tiempo que le había tomado reconocer una equivocación. Lo alucinante radicaba en la naturaleza de la equivocación... ¿Reconocería que se equivocó en cuanto a las armas de destrucción masiva? ¿Que atacó Irak sin que este país significara una amenaza real? ¿Que expuso la vida de propios y extraños sin motivo ni agresión previa? ¿Reconocería violaciones de derechos humanos contra prisioneros iraquíes? ¿Que los iraquíes, después de todo, no están muy felices con la libertad que les ofrece?

Nada de eso.

Se han enviado (en números redondos) 130,000 soldados norteamericanos a Irak. Pues bien, Bush ha reconocido su error... debió enviar 151,000.
Lo perturbador de todo este asunto, es que luego de decenas de miles de muertos, de la destrucción causada, de los intereses ocultos; más allá de las consideraciones éticas, ideológicas, religiosas, culturales o políticas, todo se reduzca a un simple error de matemática.





Roberto Pável
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Puntilladas




"No sé como será la tercera guerra mundial, sólo sé que la cuarta será con piedras y lanzas"
Albert Einstein

miércoles, enero 10, 2007

El principio de la decadencia







En un momento determinado, en cuerpos de diferente índole aparece una causa de propia degeneración, como si hubiera un principio de decadencia en la naturaleza; una especie de “programa” o “chip” de autodestrucción que se activa automáticamente de modo que aun cuando se puede prolongar el estado de las cosas, mantener cierto orden, quitar el polvo, reducir la mortalidad infantil, aumentar las estadísticas de esperanza de vida, hacernos viejos, a la larga, una norma degenerativa y mortal acabará imponiendo sus fueros en todo lo que existe.

Resulta “sugestivo” que el mismo principio decadente se enseñoree de objetos incorpóreos, de dimensiones de la realidad que no se desenvuelven en un plano necesariamente físico, como la cultura, el poder político, las ideologías. Existe una especie de fatiga de las ideas que hace que las propuestas filosóficas caduquen; que las expresiones artísticas envejezcan; que los imperios se conviertan en ciudades cubiertas por el polvo, que se tuerza la rectitud moral, y que mueran las ideologías.

La certeza del fin es una de las obsesiones del hombre como lo es la búsqueda del antídoto. En “Cien Años de Soledad” la lucha contra el principio decadente se expresa en la conservación de la casa de los Buendía contra el ataque de las hormigas y el polvo. La desaparición de Úrsula y el final desenlace del libro de García Marquez nos presenta el triunfo de la muerte. En “La Máscara de la Muerte Roja”, Alan Poe; la peste asola la región; el Príncipe Próspero decide perdurar aislándose en uno de sus palacios. Encerrados y felices viven él y sus amigos, mientras el resto del país es arrasado. Durante un baile de máscaras descubren que la peste está dentro y que la muerte los ha alcanzado también a ellos.

Hay una idea de conservación cuando se limpia un objeto o cuando se lo aísla (algo de esto se esconde en el concepto monástico); idea semejante es la que se percibe en las concepciones cíclicas del tiempo. Como se puede apreciar, tanto las medidas de Úrsula para mantener la casa, como las previsiones del príncipe para conservarse a sí mismo, estaban destinadas a hacer de la existencia un evento más llevadero. Ambos desarrollos literarios nos presentan la utilidad verdadera de estos antídotos: al igual que el “tiempo cíclico”, solamente son placebos destinados a mitigar la sed humana de inmortalidad.

Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta

Puntilladas




"No es que tenga miedo a morirme. Es tan sólo, que no quiero estar allí cuando suceda."

Woody Allen

lunes, enero 01, 2007

La imagen cíclica y el dominio del tiempo







“…Los símbolos que gravitan alrededor del dominio del tiempo se agrupan en dos categorías; en aquellos que acentúan el poder de la repetición infinita de ritmos temporales (…) los arquetipos y símbolos del retorno, polarizados por el esquema rítmico del ciclo; por el otro, ordenamos los arquetipos y símbolos mesiánicos…”

(Esta cita proviene de un libro que trata sobre la estructura del imaginario, cuyo autor francés he olvidado como consecuencia de la ilusión del tiempo)


¿Qué es el tiempo?

Algún griego respondería que es desplazamiento, una forma de movimiento; un discurso incesante de no-ser.

Tal postura contiene un defecto; identifica dos situaciones completamente distintas y separables. Por un lado (A) el perecimiento y modificación incesante de los objetos; y (B) el “lapso” en que tales “eventos” ocurren.

¿Por qué, entonces, no ahorrar un paso, y decir que el tiempo, sus modos y sus medidas son una manera de percibir la realidad? ¿de dotarla de una dimensión estática de la que carece? ¿De tomar una porción arbitraria de ese continuo fluir y colocarle una etiqueta de “presente”, “pasado” o “futuro”?

La cuestión es que el tiempo carecería de una base “física”, de un fundamento real y objetivo. Vendría a ser solamente una especie de conjuro con el que nuestra mente, a través de la idea de la repetición y del ciclo, procuraría vencer el insoportable fluir de las cosas y la muerte.

Los minutos terminan para volver a comenzar. La repetición cíclica se multiplica en horas, días, semanas, años y nos ofrece la ilusión del retorno. Un día será lunes otra vez; luego, llegará nuevamente abril, y a la muerte de cada diciembre habrá otro enero para revivir la idea de una nueva creación.

¿Qué es el tiempo?

El simple espejismo de una inmortalidad terrenal.




Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta

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