La
responsabilidad humana es una consecuencia de la condición de ser moral; y es
algo incomprensible para los ateos y los agnósticos.
El problema del ateísmo y
las visiones naturalistas de la realidad es que no pueden proveer una base sólida
para una ética humana, reduciéndola a una convención arbitraria o, a lo mucho
sentimental. Son conscientes de la necesidad de juzgar un hecho como “malo” pero
carecen de una base racional o real para validar ese juicio moral.
Si el universo
es un resultado fortuito e irracional, sin propósito ni significado trascendente,
entonces el ser humano es una mera existencia sin propósito ni significado más
allá del que se forme como una ilusión o un capricho colectivo. Un hombre
juzgado la conducta moral de otro, en la maquinaria del universo naturalista es
tan absurdo como una piedra juzgando al mar.