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lunes, agosto 20, 2007

Responsabilidad Social de la Iglesia

Aquí algunos fragmentos de Samuel Escobar en el CLADE I (1969) y del evangelio:




"Hasta aquí en América Latina ha habido tendencia a identificar la preocupación por o social con el liberalismo teológico, o con un enfriamiento en cuanto a la lucha evangelizadora. Debemos de una vez por todas acabar con esta confusión lamentable."
Samuel Escobar









"Sostenemos que una evangelización que no toma nota de los problemas sociales y que anuncia la salvación y el señorío de Cristo dentro del contexto en que viven los que escuchan, es una evangelización defectuosa que traiciona la enseñanza bíblica y no sigue el modelo propuesto por Cristo, que envía al evangelizador."
Samuel Escobar









"Pareciera como si el crecimiento de las iglesias y denominaciones hubiese concentrado la atención en la maquinaria eclesiástica misma cerrando los ojos ante las necesidades del mundo, acallando la compasión en un típico proceso de aburguesamiento. "
Samuel Escobar








“Vuestro oro y plata están enmohecidos; su moho servirá de testimonio contra vosotros y devorará vuestra carne como fuego. ¡Habéis amontonado tesoros en los últimos días! He aquí clama el jornal de los obreros que segaron vuestros campos, el que fraudulentamente ha sido retenido por vosotros...”
Santiago 5: 3,4








“En el pasado nos han dicho que nonos preocupemos por cambiar la sociedad porque de lo que se trata es de cambiar a los hombres. Los hombres nuevos cambiarán la sociedad. Pero cuando los hombres nuevos empiezan a preocuparse por cambiar la sociedad se les dice que no se preocupen, que el mundo siempre ha estado mal, que nosotros esperamos cielos nuevos y tierra nueva y que este mundo está condenado a la destrucción ¿para qué intentar mejorarlo? Lo malo es que quienes esto enseñan disfrutan muy tranquilos de todas las ventajas que este mundo pasajero les ofrece y las defienden con pasión cuando parecen en peligro”
Anónimo citado por Samuel Escobar










“En esto hemos conocido el amor: en que él puso su vida por nosotros. También nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve que su hermano padece necesidad y cierra su corazón, ¿cómo morará el amor de Dios en él? Hijtos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y de verdad”
1 Juan 3:16-18






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miércoles, mayo 23, 2007

Estúpida historia: la negación de los genocidios...




Rodolfo Windhausen ha publicado en “El Nuevo Herald.com” el artículo titulado “Negar los Genocidios”. En la nota se hace referencia a Mario Vargas Llosa; escritor que habría calificado la tendencia de negar los genocidios como una “monstruosa estupidez”

Como bien hace referencia Windhausen, esa grotesca estupidez se extiende cada vez más mediante argumentos igualmente estúpidos. Veamos algo de lo mencionado por el periodista en la siguiente cita:

“Y sin embargo, la estupidez, que muchos consideran un mal inmanejable, se está extendiendo con asombrosa velocidad y endebles argumentos. No sólo con respecto a genocidios del pasado sino, como recuerda el mismo escritor peruano, con respecto a de buena salud. Otras monstruosidades parecidas, aunque de menor escala, se siguen cometiendo sin que al mundo se le mueva un pelo: he ahí el caso de Cuba, donde cientos de miles de personas siguen sufriendo las consecuencias del odio, la persecución política y la negación de sus derechos más elementales; o el de Turquía, donde hablar del genocidio de los armenios en 1912 sigue estando prohibido y obliga a los que desafían la prohibición a sufrir el exilio o la ignominia.

De poco sirve que existan desde hace más de medio siglo los tratados internacionales contra el genocidio y la tortura, que surgieron poco después de la Segunda Guerra mundial como respuesta de la comunidad internacional a ese terrible problema moral derivado de las guerras, en las que parece una consecuencia más (caso Abu Ghraib) de la lucha contra el enemigo, sea éste real o imaginario.

Las negaciones pueden asumir muchas formas. Vargas Llosa ha propuesto dejar a los historiadores el análisis de los genocidios. Pero, ¿qué pasa cuando los historiadores también guardan silencio u distorsionan la verdad? Así ocurre, por ejemplo, con la mal llamada ''Campaña del Desierto'' de los años 1880 en la Argentina, emprendida por el general Julio A. Roca para exterminar a miles de indios de las pampas y la Patagonia. Un tema que apenas se menciona en los libros de historia argentina, casi siempre como ''mérito'' de la generación de Roca.

Ocon la salvaje represión de disidentes ocurrida en los años 1970, también en la Argentina, de la que hoy prácticamente no se habla, como si hubiera bastado con hacerle juicio y condenado a prisión a un puñado de oficiales de las fuerzas armadas (en 1985) para borrar de la memoria --entre otros recursos, con unas amnistías que han venido a ser tardíamente derogadas-- todo vestigio de esa atroz violencia
política”
De: Negar los Genocidios
Rodolfo Windhausen


Habría que agregar a la lista de negaciones que hace el escritor. Las declaraciones del Papa Bendicto XVI respecto a los procedimientos de la evangelización indígena en latinoamérica. Sin embargo, como se habrá podido apreciar, la calidad de los argumentos importan poco desde el momento en que los seres humanos creen en lo que quieren creer.

Lo mencionado en el párrafo anterior hace nuestra situación más preocupante. No porque existan políticas de Estado destinadas a borrar de la memoria colectiva masacres y aberraciones semejantes; no porque haya historiadores que han decidido cambiar la verdad por una existencia más placentera; no porque el Papa Benedicto XVI haya dicho que la evangelización indígena fue pacífica como el sueño de un bebé... sino porque al margen de cualquier argumento, la humanidad ha comenzado a darle la espalda a la historia para volverse hacia felices finales de cuentos de Hadas.

Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta


lunes, mayo 21, 2007

Un Chávez para un Benedicto




Los “profundos” conocimientos de historia de Benedicto, sucesor oficial del Apóstol Pedro (aunque dudo seriamente que Pedro haya autorizado el uso de su nombre para esos fines), le han vuelto a causar problemas. Como recordarán, ciertas apreciaciones históricas del papa Benedicto XVI le provocaron un fuerte dolor de cabeza por septiembre del año pasado.


Ahora, con motivo de su gira latinoamericana ha reincidido en dar clases no solicitadas de historia. Ahora el papa habría afirmado que la “evangelización” de los nativos en América no habría significado ni alienación ni imposición; sino que fue más pacífica que un capítulo de los teletubis... vaya una declaración.


Como bien enseña la sabiduría de la vida, para cada roto hay un descosido.


Hugo Chávez Frías, el paladín defensor de los intereses latinoamericanos y reivindicador de las “libertades” populares; ha solicitado, humildemente, como católico convencido y “campesino”, hijo de campesinos, que don Benedicto XVI se disculpe.


La petición de Hugo Chávez no es imposible ni impensable; como sabemos, el papa ya se disculpó ante los musulmanes. Lo que me pregunto es ¿cuántas iglesias católicas tendrá que arrasar Chávez para que el papa se disculpe? Porque, como recordaran, las excusas presentadas a los musulmanes no fueron gratuitas, hubo muertos y amenaza de ver aterrizar un Airbuss sobre la misma cúpula de San Pedro de por medio.


Hugo Chávez haciendo entrar en razón a nada menos que un papa. Parece otro titular de la cebolla.


Dos conclusiones a todo esto:




  1. El papa debería leer a Paul Johnson y su historia del cristianismo; el libro ofrece un interesante análisis de lo que le ocurrió al cristianismo cuando se implantó en occidente; la mezcla de la fe original y la estrucctura cultural occidental; y el cómo casi todos los movimientos evangelísticos posteriores (pacíficos o brutales) han implicado una suerte de imposición cultural. Ahora, si le gustaría entrar en más honduras, podría darle un check a los anales de los extirpadores de herejías (una especie de inquisición para la indiada).


  2. Queda una sensación de “Déja’ vu” en el asunto; un Papa diciendo pavadas, un Hugo Chávez poniéndolo en su sitio... una señal... ¿del fin?


    Roberto Pável
    Jáuregui Zavaleta



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