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viernes, junio 08, 2007

Paris Hilton regresa a la cárcel...





















Resumamos el asunto al estilo del citty attorney David Bozanich:

"This is a simple case. There was a court. The Sheriff's Department chose to violate that order. There is no ambiguity."

Lo que quiere decir:

"Este es un caso simple. Hay una Corte. El departamento del Sheriff's escogió violar esa orden. No hay ninguna ambiguedad."

Hay que reconocer que ese abogado tiene estilo, y bueno, ese juez no se queda atrás cuando tuvo que dar el lugar que le corresponde a la autoridad jurisdiccional; y ordenó que la señorita Hilton volviera al lugar que le corresponde a su nivel de estupidez (esto último dicho del modo más objetivo posible).

Ya me parecía un poco raro que un Sheriff, por muy pistolero que sea, pudiera ir sobre las disposiciones de un juez. Esas cosas solamente pasan en Perú, hay que notar la diligencia de la fiscalía que fue la que solicitó la audiencia para tratar el asunto. De manera casi inmediata a la irregularidad cometida por el Sheriff, la fiscalía entra en acción y en una audiencia se rectifica la mala coducta. Aquí todavía estarían rogándole a un secretario que por favor pase el expediente para que corran traslado a la otra parte para que luego en unos tres meses el juez resuelva... otra sencilla explicación del porqué estamos como estamos.

El argumento del Sheriff para sacarla de prisión: la salud de Paris es tan delicada que la prisión puede afectarla. La verdad ella se ve muy saludable en las juergas. Sin embargo, aquí una cuestión discrimatoria: usualmente los pobres cumplen sus condenas en la cárcel, mientras las personas con cierta influencia cumplen sus condenas en hospitales, en el Perú hay varios ejemplos de eso. Me pregunto si hay una verdadera cuestión física o médica en el asunto, después de todo, se supone que estos últimos deberían ser más saludables, ya que aparentemente se alimentaron mejor de chiquitos.

En fin, el juez no se tragó el truco y mando a Paris llorando y gritando (literalmente) de regreso a la prisión.

"Un baño de pueblo", diría los entendidos.

Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta

Temas directa o indirectamente relacionados en este blog:

Paris Hilton: el símbolo esperanzador; Britney y Paris: La mortal desnudez; La semana de la estupidez... vaya una semana

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lunes, mayo 07, 2007

Paris Hilton: el símbolo esperanzador


Hay muchas cosas que admiro de los EE. UU.


Enumerarlas es sencillo: por ejemplo, esa estabilidad política que le ha permitido ser, si no me equivoco, el único país en el mundo que jamás tuvo un golpe de Estado ni un dictador (y en esto le da ejemplo al mismo Vaticano, que con todo y ser la representación del reino de Dios, ha dejado un poco mal parado a su celestial representado).

Otra cosa admirable: su pragmática disposición para el trabajo y la creación. Hay gran cantidad de aportes a la tecnología que nacieron en cocheras y granjas. También está lo ordenado del tránsito; y ni hablar de Mark Twain y la NBA

Pero, por encima de todo, creo admirar su sistema de justicia. En parte, porque soy de un país en el que los procesos kafkianos no son una mera ficción literaria. Como abogado, he sido testigo de lo absurdo, ilógico y estúpido de nuestro sistema legal; el mismo que es operado en un 80% (siendo generosos) por un conjunto de absurdos, ilógicos, estúpidos y corruptos magistrados, secundados por otros no menos cualificados auxiliares: el resultado, procesos largos, impunidad casi absoluta, desamparo jurisdiccional, y 0% de credibilidad.

En el sistema legal norteamericano Clinton fue inabilitado y puesto en jaque por perjuro. Mientras que aquí hasta los sobrinos de los presidentes tenían licencia para violar. En ese marco, y con esas comparaciones, la reciente disposición judidicial de 45 días de cárcel sobre Paris Hilton, la imbécil heredera de ese desafortunado papá millonario, resulta inspiradora.

En el Perú, donde jamás un solo chofer ha pasado un día en la cárcel por conducir en estado de ebriedad o matar peatones; Paris Hilton se presenta como un ícono de la esperanza, como un inesperado símbolo de un futuro más promisorio; como una vaga exhortación de que la justicia tarda... pero llega.


Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta
Fuente:
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