La semana pasada he escuchado hasta el cansancio el tema que ha sacudido las conciencias patrióticas de la nación:
¡Chile nos ha robado el Pisco…! ¡El Pisco es peruano!
Veamos el asunto con sangre fría:
Primero: Según un artículo publicado por el Instituto de la Libre Empresa la salida de peruanos hacia otros países ha llegado a la cifra record de 1,164 personas diarias en el año 2005.
Segundo: He conocido a más de un peruano que ha buscado la adopción, el matrimonio, y hasta la circuncisión con la finalidad de obtener una nacionalidad distinta.
Tercero: Vargas Llosa es español.
Cuarto: Vallejo dijo: “me moriré en París”, jamás dijo me moriré en “Santiago de Chuco”, ni en el Callao o la Huacachina.
Quinto: El único que ha hecho bochinche por perder la nacionalidad peruana, ha sido Baruch Ivcher, que es judío.
Sexto: Ayer a través de la magia de la internet encontré a un primo mío, gran amigo, brillante intelectual, además de jugador formidable de ajedrez, con quien sostuve una breve y productiva conversación cuyo tema podría titular: “Al fin llegué a la civilización”, mi primo obviamente no estaba en el Perú, estaba disfrutando del buen trato, los modales civilizados y la atmósfera segura de Santiago de Chile.
Por estás consideraciones, para mi el tema del Pisco peruano es asunto del perro del hortelano. Pienso que si el pisco pudiera, estaría festejando haber obtenido la nacionalidad chilena, y en estos momentos buscaría el modo de llevarse a sus familiares. Pienso que el Suspiro a la Limeña, si pudiera, estaría envidiando la buena fortuna del Pisco, y pienso que todos aquellos que ahora gritan con furia acerca de la peruanidad del Pisco, saltarían en un pata si pudieran hoy mismo dejar el Perú con un pasaporte azul o al menos una green card.
“El Pisco es peruano”, gritan hacia la calle… “pero ojalá yo no lo fuera”, es lo que se guardan en el corazón.
Roberto Pável
Aclaración contextual: La versión de que Chile había nacionalizado el pisco fue el tema de cuanto medio "desinformativo" existe en el Perú, programas radiales, noticieros, etc; así que el artículo ha sido escrito no desde la perspectiva de la disputa del pisco y del texto de las resoluciones emitidas al respecto, sino desde la perspectiva de las vulgares y desinformados chismes divulgados la semana pasada.
Todo el mundo sabe que el Pisco es peruano.
3 comentarios:
El problema es que nuestro país es en sí una contradicción y de allí creo que por eso la contradicción de sus hijos.
Las cifras no mienten, gran parte de peruanos se siente orgulloso de serlo pero sin embargo, casi todos se irían si pudieran. La contradicción toma formas diversas y es que es imposible querer a un país donde los policías te cobran una coima para no revisarte el equipaje o donde Risas y Salsas subsiste a los avatares de la vergüenza generacional. Asimismo, es imposible no vivir enamorado del Perú (detallar las razones es absurdo).
Perú es inevitablemente un país de espectro amplio y extremadamente heterogéneo. Es allí donde radica su belleza y también su condena.
Por eso... yo me bajo en Atocha (buena referencia la canción de J. Sabina). Al parecer, esta sensación es tan española como precolombina. Sumaron. Entonces ahora, hetereogeneidad, contradicción, nacionalismo y migración comulgan aquí.
Es como el salchipollo.
Para mí que Pável es un agente secreto de Saga Falabella y demás hierbas. Y que habla así del pisco porque no chupa. Pero el pisco no es ni de Chile ni del Perú, carajo, el pisco es de la garganta del que lo chupa. Salud.
César, por ejemplo tiene una perspectiva más universal de la pertenencia. Desde la perspectiva de las necesidades todos somos iguales ("el pisco de quien se lo chupa")...
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