“La pena de muerte sería volver a la barbarie”... he aquí una frase llena de vigor, retórica y falsedad.
No la comparto ni me dejo impresionar por ella por la sencilla razón de que jamás hemos salido de la barbarie. Cuando salgo a la calle me encuentro con la barbarie por todos lados, en el tránsito, en los periódicos, en los secuestros al paso, en los secuestros de niños, en todos los secuestros, en las violaciones, en los asesinatos de cambistas, en los asesinatos de obreros, en todos los asesinatos, en nuestra mediocre literatura regional, en el seguro social, en las esquinas, en las veredas, en la Policía Nacional del Perú, en el Poder Judicial, en la Dirección Regional de Educación, en el Instituto Nacional de Cultura, en el Colego de Abogados, en las disputas “espirituales” de la iglesia evangélica y en las paganas procesiones de la Iglesia Católica Apostólica y Romana.
La barbarie es el medio en el que vivimos y en el que hemos crecido. La barbarie nos lleva a excarcelar delincuentes y asesinos; y nos hace defender la vida de quienes aniquilan nuestros hijos y nuestras familias.
¿Y cómo lo hace? Una sola palabra: Hipocresía
La barbarie en el Perú se ha disfrazado de hipocresía. Los grandes juristas se rasgan las vestiduras haciéndonos creer que luchan por la razón y por el Derecho. Sin embargo, durante años han permitido el envilecimiento de nuestra administración de justicia manteniendo uno de los sistemas judiciales más absurdos y corruptibles, no del mundo, sino de la historia; los prelados de la Iglesia, se rasgan las vestiduras en defensa de la vida, cuando hasta hace unas décadas la tortura, la muerte y la Inquisición eran sus métodos favoritos de esparcir el evangelio; finalmente grandes e insignificantes hombres de letras y artistas de diversa índole han enarbolado la “bandera de la vida”, y buscando dorarse con un poco de mística y altruismo marketero y civilizado, han salido ha emitir sendos pronunciamientos contra la pena de muerte; porque esa es la manera más fácil de pasar por intelectual y hombre racional.
Todos le dicen “no” a la pena de muerte y aparentan ser hombres de una constitución más allá de las bajas pasiones. Sin embargo lo único que demuestran es que son hombres cuyo pensamiento está más allá de la realidad.
La verdad es que la pena de muerte existe en el Perú y ha estado vigente desde siempre. La pena de muerte está vigente sobre los indefensos, sobre los trabajadores, sobre las gentes de bien, sobre los cambistas, sobre los niños, sobre todos aquellos que no usamos armas, sobre todos aquellos que trabajamos para lograr un futuro mejor para nuestras familias. Es una pena rápida y sumaria, porque el criminal encargado de su ejecución no requiere de un juicio previo, ni testigos, ni pruebas, su única razón es su propia codicia o sus deseos corrompidos. Esta es la pena de muerte que está vigente también sobre nuestros hijos, no consiste en la eliminación simple de la vida, sino su destrucción dolorosa y cruel.
Como dije antes, no es posible que la pena de muerte sea una vuelta a la barbarie, porque la barbarie convive con nosotros diariamente en su forma más terrible: la impunidad.
Roberto Pável Jáuregui Z.
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