martes, octubre 31, 2006

Puntilladas



"Si en una sociedad no se parten equitativamente los derechos, los cargos y las obligaciones de tal forma que los magistrados tengan bastante poder, los grandes batante autoridad y el pueblo bastante libertad, no puede esperarse permanencia en el orden establecido"

Cicerón

domingo, octubre 29, 2006

Puntilladas


"La poesía no está escrita con ideas, está escrita con palabras"
Mallarmé

martes, octubre 24, 2006

La Brecha



Una tarde de Basket con los amigos termina usualmente en la panadería de Kucho, entre palabras superficiales y una CocaCola de dos litros.

La conversación superficial sobre las ventajas de usar un desodorante en spray en lugar de uno en barra, desemboca en el viejo chiste de King Kong y Kojak.

El chiste de Kojak nos conduce a explicaciones indispensables acerca de la calvicie de Telly Savalas y a las típicas preguntas: ¿qué es Kojak? y ¿quién es Teddy Savala?... entonces, de modo inevitable, hay que referirse a esas películas de los setenta que a veces había visto en televisores de tubos y a blanco y negro... y de pronto estoy hablando de cosas viejas que nadie recuerda, y caigo en la cuenta de que, al fin y al cabo, estoy hablando solo... pienso luego, es el tiempo; estos son los muchachos de ahora y yo, de algún modo, soy sólo un hombre de ayer...


Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta

Fotografía: El abuelo David, mi hijo Rodrigo, Lima - 2006

jueves, octubre 19, 2006

¿Democracia y Respeto?



En la “Caretas” de hace un par de semanas encontré un artículo de Gorriti...

El artículo resulta interesante porque en él se llama la atención sobre un detalle curioso: La palabra “democracia” les encanta a los dictadores del mismo modo que la palabra “respeto” fascina a los delincuentes. Así por ejemplo Alemania del Este prefirió denominarse “Democrática”; y miembros de la mafia mejicana (narcotráfico) habrían dejado un par de hombres mutilados y decapitados con una nota: “Para que nos respeten”.

Una vez más encontramos cierta - y del modo más macabro – la justeza del refrán: “Dime de qué te jactas, y te diré de qué careces”


Roberto Pável

lunes, octubre 16, 2006

Dualidad: amplitud de percepción o simple reduccionismo



Hay una visión del universo como ente dividido en fuerzas que se oponen con simétrico encono; según la cual, el equilibrio entre el bien y el mal vendría a ser el fundamento de lo existente, incluyendo nuestra vida e historia.

Uno de los argumentos a favor del entendimiento dual de la realidad, se basa en que el ser de un ente determinado es imposible sin el ser de otro completamente opuesto. Sin mal, no conoceríamos el bien. Sin día no notaríamos la noche. Sin dolor, no percibiríamos la alegría, etc etc...

Contra esta falacia, se pueden plantear varias objeciones, mencionaré tres:

  1. Toda la comprobación de la teoría dual, se basa en la imposibilidad de percibir la realidad opuesta. En ese sentido, la complementariedad no necesariamente es ontológica sino simplemente cognoscitiva, y por lo tanto, el mal únicamente provoca la añoranza del bien perdido, más no ejerce ninguna influencia germinadora en aquél.
  2. Sin embargo, la función cognoscitiva de los contrarios resulta todavía más débil, ya que no es cierto que necesitemos conocer ambos opuestos para entenderlos individualmente. ¿Necesita el rico la pobreza para conocer su riqueza? No, la percibe por sus propios efectos, cuando usa de su dinero y su poder. Lo mismo ocurre con el bien y el mal, son perceptibles no por la existencia del otro, sino por las bondades o los estragos de sus propias consecuencias. Conocemos la luz, no porque haya oscuridad, sino porque vemos. Conocemos la oscuridad, no porque exista la luz, sino porque sencillamente no somos capaces de ver.
  3. No hay relación alguna de causalidad comprobada entre los opuestos. El día no es creado por la noche, sino por la rotación de la tierra; la felicidad no es causada por la tristeza, sino por un momento placentero; el dolor no es causado por el gozo, sino por una circunstancia pesarosa; de modo que no es necesaria una para la existencia de la otra.

El dualismo entonces resultaría ser no otra cosa que un reduccionismo simplón y sin sentido.

Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta

viernes, octubre 13, 2006

El bien, el mal y Hobbes




Releía una vieja monografía redactada allá por agosto de 1994. En la página 24 encontré los siguientes comentarios sobre Hobbes:


Hobbes parte de la hipótesis de que un hombre libre no tiene escrúpulos ni conciencia, que es el esclavo de sus pasiones”

“...es tan egoísta y tan bajo moralmente que, experimenta una suprema satisfacción al perder sus derechos porque sabe que todos los demás los han perdido, y es tal certeza la que lo convierte en un buen ciudadano



Hobbes ve al hombre como un ser naturalmente ruin y egoísta. Ese egoísmo se ejerce en una libertad bastante amplia, por cierto, debido a que no se encuentra limitada por escrúpulos. De esa maldad original nace el orden político, porque hombres malvados y libres prefirieron perder sus poderes primigenios, entregándolos para formar el Estado, por el simple placer de ver que el resto de la humanidad también iban a perder su autonomía.

La idea me llamó la atención, no por la visible ingenuidad con que enfoca la compleja naturaleza humana, sino porque, en sí, nos plantea un dilema moral abrumador:

Esa asociación entre esclavitud y libertad, entre egoísmo y ética cívica ¿no lleva implícita la negación del mal y del bien? Si el hombre es libre para conducirse conforme a su ego, entonces, a la vez, es esclavo de sus pasiones; si el hombre es esclavo del Estado, en ese caso, por lo menos en la práctica, será liberado de su naturaleza viciada por la ética ciudadana. Y si una cosa se debe a la otra, ¿no podría llegarse a la conclusión de que ambas, al fin y al cabo, forman parte de algo más grande, una realidad que las unifica y las confunde?

Aparentemente sí... sin embargo, hay un pequeño defecto en el argumento. El contrato por el cual hombres perversos crearon el orden y el bien cívico nunca ocurrió, salvo en la mente de Hobbes, hecho elemental pero contundente, que convierte ese relativismo moral en una simple falacia.



Roberto Pável Jáuregui Zavaleta



lunes, octubre 09, 2006

Los dilemas de Grisham




John Grisham (escritor de legal thrillers) no es un autor cuyos libros se caractericen por la profundidad metafísica. No hay sufrimiento existencial en su obra; tampoco un punto de vista estético del dolor humano. No encontraremos un relato de las elegantes proporciones de Yourcenar, ni la narrativa poderosa de Gogol o Víctor Hugo.

Grisham, en cambio, construye relatos lineales con una maestría admirable. Sus personajes son seres de verosimilitud fílmica, y sus tramas se desarrollan de un capítulo a otro con soltura adictiva. Sus libros se meten en tu mente, te atrapan y te conducen por intrigas judiciales, que si bien percibes no son ciertas, las terminas aceptando como una “realidad” paralela.

Hace unas horas, en la página de “USAToday”, apareció una nota anunciando la publicación de su último libro; con un tiraje 2.8 millones de copias (Cifra por demás impensable en la miserable industria literaria nacional) se publicará “The Innocent Man” Lo interesante de esta edición, es que se trata del primer libro basado en un hecho de la vida real. La historia Ron Williamson, …”a once promising ballplayer who spent 11 years on Oklahoma's death row for a rape and murder he did not commit” (una vez prometedor jugador de baseball, quien pasó 11 años con condena a muerte en Oklahoma por violación y asesinato que no había cometido).

Ron Williamson era un hombre que padecía de problemas mentales, vivir cerca de la víctima y su historial de conducta problemática fue la única evidencia que se usó para determinar su condena. Policías, el fiscal, el juez y un “detector de mentiras” conspiraron para condenar ese hombre. Luego de 11 años, apenas cinco días antes de su ejecución, una prueba de ADN demostró su inocencia.

El libro de Grisham se presenta como una dura crítica al sistema norteamericano, y también como un serio cuestionamiento a la pena de muerte. La lógica indignación que provoca la condena de un inocente nos lleva hacia ese camino... aparentemente...

Mi punto es, que en una perspectiva la condena de un inocente, puede ser el argumento perfecto para no castigar a los culpables; en otra, la condena de un inocente puede ser el argumento perfecto para no dejar impune tal aberración.



Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta


viernes, octubre 06, 2006

Puntilladas




Ahora bien: no es posible que una fe muera si no es porque otra ha nacido, por
el mismo motivo que es imposible caer en la cuenta de un error sin encontrarse ipso facto sobre el suelo de una nueva verdad.

Ortega y Gasset

miércoles, octubre 04, 2006

El lenguaje como reflejo creador




Pocos días antes del fin de semana principié un encierro voluntario. Pasé cuatro días casi sin dormir redactando algunas líneas para mi curso de teología. Mientras elaboraba el esquema de uno de los capítulos y escogía los textos que pensaba disertar, mis ojos se fijaron en una cita de Carroll, quien, en su Comentario del Génesis, consideraba el "uso de un lenguaje articulado" como una característica de la “imagen de Dios” residente en el hombre.

La idea me llamó la atención porque ni Berkhof, ni Mullins, ni Clarke, ni ningún otro teólogo consultado había hecho esa proposición. Pero más que eso, me inquietó esa sensación de extraña familiaridad que nos acompaña, a veces, cuando nos presentan ciertas personas.

El algún lugar, en algún momento yo había revisado un texto paralelo o al menos relacionado. Me volví rápidamente hacia mis desordenados libros, mi índice se detuvo finalmente en la esquina derecha del librero, entre Stuart Mill y Zweig, sobre el libro de Ernst Cassirer titulado “Antropología Filosófica”.

En el capítulo relativo al lenguaje decía lo siguiente:

“Los creadores de las teorías biológicas acerca del origen del lenguaje no vieron el bosque a causa de los árboles. Partieron del supuesto de que una línea directa nos conduce desde la interjección al lenguaje, pero esto es una petición de principio, no una solución, porque lo que había que explicar no era el mero hecho del lenguaje humano sino su estructura. Un análisis de esta estructura revela una diferencia radical entre el lenguaje emotivo y el proposicional; no se hallan al mismo nivel. (...) Me parece que ninguna teoría biológica logró cancelar jamás esta distinción lógica estructural; no poseemos ninguna prueba psíquica de que ningún animal traspasara jamás la frontera que separa el lenguaje proposicional del emotivo. El llamado lenguaje animal es siempre enteramente subjetivo; expresa diversos estados del sentimiento, pero no designa o describe objetos. Por otra parte, no existe prueba histórica de que el hombre, ni en las etapas más bajas de su cultura, estuviera nunca reducido a un lenguaje meramente emotivo o a un leguaje mímico.”





Un teólogo del siglo pasado, relativamente oscuro ahora, coincide con un profesor secular de la Universidad de Yale; ambas posiciones, aun cuando se mantienen en sus respectivos lados de la calle, se miran con cierto aire de semejanza; a pesar de pertenecer a familias diferentes, ambas se acercan y complementan casi perfectamente.

Se me ocurre de pronto, que si Borges hubiera contado esto, talvez hubiera dicho que no hay dos posiciones coincidentes; que esa es solamente una manera de ver las cosas, que en verdad ambos libros son uno solo, como las dos caras de una misma moneda.


Roberto Pável


(1)Carroll; El Libro de Génesis; El Paso - Texas; CBP; s/f ; p.81
(2) Cassirer, Ernst; Antropología Filosófica; Fondo de Cultura Económica; México; 2° Ed; 1999; p. 175

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