Estuve un poco titubeante acerca de publicar mi comentario sobre la última película de Harry Potter. Y es que, como todos aquellos que tienen seguidores, Harry Potter también tiene su propia feligresía radical, una especie de Hooligans mágicos que reaccionan violentamente contra los que se atreven a mostrarse escépticos frente a los productos del pottermercado.
La película me parece una cinta sin balance, con un final lleno de frases cursis. Por momentos nos da la impresión de ser una especie de álbum de fotografías, donde todo el mundo aparece y desaparece sin justificación. En ese sentido, la película se nos torna paradójica: sin la lectura previa del libro no hay sustento para mucha de las reacciones y conducta de los personajes; al mismo tiempo, con la lectura previa del libro no hay sustento para la justificación de la película en sí, que queda pobre al momento de trasmitir las emociones y desenlace del relato impreso.
No faltará alguien que sugiera que esto se debe a la dificultad de comprimir las cuchucientas páginas de libro impreso en una película de poco más de dos horas. Sin embargo esto nos trae más preguntas: ¿por qué hacerla tan corta, en todo caso? El Señor de los Anillos, con versiones extendidas incluidas implicó un trabajo enorme de adaptación que al final significó 12 horas de película; y aun con las diferencias entre el texto impreso y la película, esta última no dejó mortificados a los fans.
La diferencia, me parece, es una cuestión de actitud. Jackson era un apasionado lector de The Lord Of The Rings y un admirador de Tolkien; a Yates, en cambio, parece no gustarle Harry Potter, y de seguro, odia a Rowling.
Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta
2 comentarios:
Yo quiero que Tim Burton sea director de la última película; algo casi imposible.
Sería interesante, sin duda.
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