La interpelación a Jorge del Castillo ha dejado un extraño sabor de boca. Como siempre, una de las cosas más perturbadoras es la indeterminación…
La resolución de nombramiento fue hecha un domingo y la anulación se dio el lunes siguiente, explicó Del Castillo, para demostrar que se había enmendado el “error”. Sin embargo, es complicado decidir si efectivamente se trata de la corrección de un error o de la retractación de una temeraria jugada política.
Vista desde fuera, la tesis del “error”, se presenta verosímil: Del Castillo tiene un montón de papeles que firmar; tantos nombres pasan por sus ojos, tanta gente fue inhabilitada que, probablemente, no pensó que ese Pandolfi sería precisamente aquel mismo Pandolfi.
Vista un poco más de cerca la tesis del “error” comienza a complicarse: (1) Es poco verosímil que Del Castillo hubiera hecho ese nombramiento sin conocer de cuál Pandolfi se trataba; (2) Mucho más raro, que haya olvidado a aquel Pandolfi que tan bien comulgaba con Montesinos; (3) En la despedida de Pandolfi hay más presión de la prensa que propósito de enmienda.
Además no creo que sea coincidencia que, por otro lado Garrido Lecca, se ocupe en contratar a los periódicos del Fujimorismo (Entre nos, me parece un atentado y un insulto a la libertad de prensa que estos delincuenciales medios de comunicación sigan funcionando).
Entonces tenemos, un ministro interpelado por haberse “equivocado” contratando a un exfuncionario involucrado en la corrupción fujimorista; tenemos otro ministro cuestionado por contratar a los periódicos empleados por la corrupción fujimorista; unos periódicos chilenos que alertan sobre la posibilidad de la existencia de una alianza entre apristas y fujimoristas; y una pregunta flotando acerca de si el gobierno está realmente interesado en la extradición de Fujimori…
Todos estos ingredientes dejan un aroma de sospecha; un saborcillo a no sé qué; el gustillo desquiciante de la duda.
Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta
La resolución de nombramiento fue hecha un domingo y la anulación se dio el lunes siguiente, explicó Del Castillo, para demostrar que se había enmendado el “error”. Sin embargo, es complicado decidir si efectivamente se trata de la corrección de un error o de la retractación de una temeraria jugada política.
Vista desde fuera, la tesis del “error”, se presenta verosímil: Del Castillo tiene un montón de papeles que firmar; tantos nombres pasan por sus ojos, tanta gente fue inhabilitada que, probablemente, no pensó que ese Pandolfi sería precisamente aquel mismo Pandolfi.
Vista un poco más de cerca la tesis del “error” comienza a complicarse: (1) Es poco verosímil que Del Castillo hubiera hecho ese nombramiento sin conocer de cuál Pandolfi se trataba; (2) Mucho más raro, que haya olvidado a aquel Pandolfi que tan bien comulgaba con Montesinos; (3) En la despedida de Pandolfi hay más presión de la prensa que propósito de enmienda.
Además no creo que sea coincidencia que, por otro lado Garrido Lecca, se ocupe en contratar a los periódicos del Fujimorismo (Entre nos, me parece un atentado y un insulto a la libertad de prensa que estos delincuenciales medios de comunicación sigan funcionando).
Entonces tenemos, un ministro interpelado por haberse “equivocado” contratando a un exfuncionario involucrado en la corrupción fujimorista; tenemos otro ministro cuestionado por contratar a los periódicos empleados por la corrupción fujimorista; unos periódicos chilenos que alertan sobre la posibilidad de la existencia de una alianza entre apristas y fujimoristas; y una pregunta flotando acerca de si el gobierno está realmente interesado en la extradición de Fujimori…
Todos estos ingredientes dejan un aroma de sospecha; un saborcillo a no sé qué; el gustillo desquiciante de la duda.
Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta
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Del Castillo Garrido Lecca Interpelación APRA Pandolfi
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