martes, febrero 13, 2007

Un factor escondido detrás de la informalidad...


Nuestro Sistema Laboral tiene un carácter ecléctico. Por un lado ha incluido una serie de normas tendientes hacia la flexibilización de las relaciones laborales, y por el otro, pretende mantener una fuerte postura intervensionista y protectora.

En ese marco, la informalidad sigue siendo el camino adoptado por el grueso del sector empresarial, el mismo que resulta ser, en la práctica, proveedor de empleos precarios y promotor de una actividad comercial de nula relevancia tributaria para el Estado.

La informalidad trae pobres ventajas a las empresas que se sirven de ella, ya que únicamente provee de medios para evadir obligaciones laborares, tributarias y administrativas; pero al costo de quedar excluido de los grandes mercados y de actividad empresarial más ambiciosa, aquella que va más allá del pequeño enriquecimiento personal.


Sin embargo, una de las causas más interesantes de la informalidad, no está solamente en la carga reguladora en sí, sino también en las asesorías mediocres. En la gran mayoría de los casos me he encontrado que las políticas laborales de las empresas se limitan a no tener ninguna política laboral. No existe una verdadera planificación empresarial, es decir que incluya un plan detallado o estrategia de manejo de recursos humanos. Falsos expertos en asuntos laborales se limitan ha prescribir la misma receta: “contratos de servicios no personales” (cuya sola denominación resulta un absurdo).


¿Qué es un contrato de servicios no personales? Un “contrato de servicios no personales” es una reverenda tontería cuando quien va a ejecutar la prestación del servicio es precisamente una persona contratada por sus cualidades personales. Cuando un pseudo asesor recomienda una política de “contratos de servicios no personales” pone en evidencia su ignorancia y su falta de competencia, ya que a la larga tal contratación significa:

- Que la empresa que la usa estará asumiendo un pasivo para el cual no se están adoptando provisiones. Los efectos laborales del “contrato de servicios no personales” son nulos, aplicándose en estos casos la regla de desnaturalización por fraude contractual;
- Significa además, que el asesor va a beneficiarse con la percepción de honorarios haciendo nada;
- Significa que la empresa ha decidido definir su política laboral en un juego de lotería. Su continuidad, beneficios o pérdidas dependerá de la eventualidad de que sea objeto de múltiples y latentes demandas laborales.

La cuestión es que aun cuando el Estado venga haciendo esfuerzos para la formalización empresarial, un escollo principal no tenido en cuenta, una variable fundamental que debe resolverse, es el círculo vicioso de las asesorías deficientes. Abogados, contadores y administradores formados sin un conocimiento óptimo de políticas prácticas en cuanto al sector laboral, políticas que al mismo tiempo de ser legales provean mecanismos adecuados de gasto y aprovechamiento de recursos, seguirán aconsejando la misma receta productora de economías familiares precarias, actividad empresarial inestable y un Estado deficitario.

La ignorancia profesional, al fin y al cabo, es una de las causas “escondidas” de la informalidad, y es a la vez una de las más peligrosas, porque es aquella la que permite la perpetuación de este círculo vicioso de una generación a otra.



Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta

domingo, febrero 04, 2007

Poder, libertad, corrupción





La libertad absoluta es una ilusión.

Esa facultad de hacer elecciones tiene barreras insalvables para la voluntad. En principio, está la limitación de nuestro cuerpo y las leyes de la física. En segundo lugar, resulta innegable que existen, además, barreras sociales: normas y costumbres que dirigen nuestros actos y obligan nuestra voluntad.

Si entendemos la libertad como poder hacer; tendremos como resultado, que el hombre más libre tendría que ser el más poderoso. De ese modo, quien tuviera el poder absoluto, sería, a la vez, libre absolutamente.

El problema es que, como lo mencionó Lord Acton, el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente. El silogismo concluiría considerando que un hombre verdaderamente libre sería a la vez un hombre verdaderamente corrupto; y la vieja ecuación entre libertad y corrupción a lo Hobbes encontraría una explicación lógica; al mismo tiempo, que los defensores de los totalitarismos tendrían una justificación racional.

Esto, como se ve, es solamente otra falacia:

Poder escoger, es solamente una libertad ilusoria. Poder escoger y escoger lo correcto, eso es lo que hace a un hombre verdaderamente libre.

Roberto Pável

Comunidad Literaria Daedalus

viernes, enero 26, 2007

3° Feria del Libro de Trujillo


Y llegó la feria del Libro a Trujillo...

6.00 p.m.- un taxi de un adicto de la salsa me sumerge en el envilecido tránsito del centro. Consecuencia: Un autobús rojo casi nos obliga a concluir en la segunda línea está historia.
- "Ese es el mata taxis" - aclara el taxista - "hace un par de meses me destrozó otro carro"

6.30 p.m. Una portada colonial, una plaza llena de historia, ficus llenos de pájaros y ratas; tubos metálicos llenos de nada, jóvenes editores, lectores de portadas, compradores compulsivos y mirones se cofunden en un solo coro murmurante.

7.00 p.m. Ceremonia de inauguración: un regidor trata de colarse cerca del alcalde; un estudiante trata de colarse donde haya un asiento. Un galán trata de colarse donde haya una presa. Un marido trata de colarse lo más lejos de su esposa.

Yo no... yo ya me colé.

7. 10 p.m. Himno Nacional del Perú: "Somos libres..." el auditorio de pie, mientras piensa dónde se debe poner las manos para aderezar un himno bien cantado. Resultado: unos en el pecho, otros en las caderas, otros en las caderas ajenas, otros en los bolsillos, otros en los bolsillos ajenos.

7.15 p.m Himno de Trujillo: El acalde cajamarquino de Trujillo traga saliva, sus ojitos asustados se encuentra con los ojitos embarazados de la concurrencia... Suenan las notas y respira tranquilo: "nadie se sabe el himno". Todos mueven la boca dando el efecto de película china doblada al español.

7.20 Palabras y agradecimientos. Se imponen medallas (por cierto bien merecidas). Se hacen promesas. Se expresan halagos. Se recuerda a los renombrados poetas liberteños: César Vallejo, Watanabe, José Eduardo García, Marco Antonio Corcuera (ni una palabra de mi amigo Manuel). Se declara inaugurado el asunto. Se invita un súper brindis y bueno:



¡Que viva la Feria!



Roberto Pável



Página Oficial de la Feria del Libro... Entrar
Programa de la Feria de Libro ... Entrar

jueves, enero 25, 2007

Personalidad Virtual







“Virtual: (...) 3. Fis. Que tiene existencia aparente y no real”
Diccionario
de la Real Academia Española


La violencia en la Internet ha sido explicada como resultado del surgimiento de una nueva personalidad: la personalidad virtual.

A través de un falso nombre (nick), que hace que el sujeto permanezca en relativo anonimato, alguien adopta una conducta desconsiderada y agresiva. Sujetos habitualmente tranquilos se muestran irascibles; individuos considerados insultan a los usuarios de los servicios de la red; maridos y mujeres fieles se consiguen un cyber amante; hombres de lenguaje pulcro, se expresan peor que marineros del Siglo XVIII; hijos ejemplares maldicen a sus padres... ¿Cómo es posible esto?

Se dice que estas personas crean una personalidad virtual; ante la falta de censura en la red, ante la relativa “libertad” de expresión, estos sujetos verdaderamente corteses y correctos exploran aquello que no son; a través de personajes irreales, de seres agresivos cuya verdad no trasciende los espacios informáticos.

Particularmente, creo que la virtualidad está de este lado del monitor. Ante la falta de censura y la relativa "libertad" de la internet, los virtuales buenos vecinos revelan lo que hay verdaderamene en su interior, de modo que la visible corrección de todos los días, no sería otra cosa que una virtual corrección, y la agresiva conducta manifestada en la red, sería la real dimensión de su propia existencia.

Resultando en verdad; virtuales personas en el mundo real y reales personas en el mundo virtual.



Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta


Puntos de Vista En Surfeando en la Red

Hace unos días Juan José Soto se ha tomado la molestia de reseñar este pequeño sitio en su imprescindible blog "Surfeando en la Red".

"Surfeando en la Red" nos lleva a conocer el fenómeno blogger desde los dos lados del escenario. En un sentido nos presenta blogs de relevancia capital, en otro, nos permite un acercamiento al editor detrás de cada uno de estos espacios, a través de puntuales entrevistas.

Nuestras felicitaones a Juan José Soto, y éxitos en este trabajoso camino.


Roberto Pável

Entrar a Puntos de Vista en Surfeando en la Red

Entrar a Surfeando en la Red

martes, enero 16, 2007

Los errores de Bush






“Bush admitió que se equivocó” decía un titular de yahoo news semanas atrás.

Lo sorprendente de la noticia no era que admitiera un error. Tampoco el tiempo que le había tomado reconocer una equivocación. Lo alucinante radicaba en la naturaleza de la equivocación... ¿Reconocería que se equivocó en cuanto a las armas de destrucción masiva? ¿Que atacó Irak sin que este país significara una amenaza real? ¿Que expuso la vida de propios y extraños sin motivo ni agresión previa? ¿Reconocería violaciones de derechos humanos contra prisioneros iraquíes? ¿Que los iraquíes, después de todo, no están muy felices con la libertad que les ofrece?

Nada de eso.

Se han enviado (en números redondos) 130,000 soldados norteamericanos a Irak. Pues bien, Bush ha reconocido su error... debió enviar 151,000.
Lo perturbador de todo este asunto, es que luego de decenas de miles de muertos, de la destrucción causada, de los intereses ocultos; más allá de las consideraciones éticas, ideológicas, religiosas, culturales o políticas, todo se reduzca a un simple error de matemática.





Roberto Pável
Temas relacionados:


Puntilladas




"No sé como será la tercera guerra mundial, sólo sé que la cuarta será con piedras y lanzas"
Albert Einstein

miércoles, enero 10, 2007

El principio de la decadencia







En un momento determinado, en cuerpos de diferente índole aparece una causa de propia degeneración, como si hubiera un principio de decadencia en la naturaleza; una especie de “programa” o “chip” de autodestrucción que se activa automáticamente de modo que aun cuando se puede prolongar el estado de las cosas, mantener cierto orden, quitar el polvo, reducir la mortalidad infantil, aumentar las estadísticas de esperanza de vida, hacernos viejos, a la larga, una norma degenerativa y mortal acabará imponiendo sus fueros en todo lo que existe.

Resulta “sugestivo” que el mismo principio decadente se enseñoree de objetos incorpóreos, de dimensiones de la realidad que no se desenvuelven en un plano necesariamente físico, como la cultura, el poder político, las ideologías. Existe una especie de fatiga de las ideas que hace que las propuestas filosóficas caduquen; que las expresiones artísticas envejezcan; que los imperios se conviertan en ciudades cubiertas por el polvo, que se tuerza la rectitud moral, y que mueran las ideologías.

La certeza del fin es una de las obsesiones del hombre como lo es la búsqueda del antídoto. En “Cien Años de Soledad” la lucha contra el principio decadente se expresa en la conservación de la casa de los Buendía contra el ataque de las hormigas y el polvo. La desaparición de Úrsula y el final desenlace del libro de García Marquez nos presenta el triunfo de la muerte. En “La Máscara de la Muerte Roja”, Alan Poe; la peste asola la región; el Príncipe Próspero decide perdurar aislándose en uno de sus palacios. Encerrados y felices viven él y sus amigos, mientras el resto del país es arrasado. Durante un baile de máscaras descubren que la peste está dentro y que la muerte los ha alcanzado también a ellos.

Hay una idea de conservación cuando se limpia un objeto o cuando se lo aísla (algo de esto se esconde en el concepto monástico); idea semejante es la que se percibe en las concepciones cíclicas del tiempo. Como se puede apreciar, tanto las medidas de Úrsula para mantener la casa, como las previsiones del príncipe para conservarse a sí mismo, estaban destinadas a hacer de la existencia un evento más llevadero. Ambos desarrollos literarios nos presentan la utilidad verdadera de estos antídotos: al igual que el “tiempo cíclico”, solamente son placebos destinados a mitigar la sed humana de inmortalidad.

Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta

Puntilladas




"No es que tenga miedo a morirme. Es tan sólo, que no quiero estar allí cuando suceda."

Woody Allen

lunes, enero 01, 2007

La imagen cíclica y el dominio del tiempo







“…Los símbolos que gravitan alrededor del dominio del tiempo se agrupan en dos categorías; en aquellos que acentúan el poder de la repetición infinita de ritmos temporales (…) los arquetipos y símbolos del retorno, polarizados por el esquema rítmico del ciclo; por el otro, ordenamos los arquetipos y símbolos mesiánicos…”

(Esta cita proviene de un libro que trata sobre la estructura del imaginario, cuyo autor francés he olvidado como consecuencia de la ilusión del tiempo)


¿Qué es el tiempo?

Algún griego respondería que es desplazamiento, una forma de movimiento; un discurso incesante de no-ser.

Tal postura contiene un defecto; identifica dos situaciones completamente distintas y separables. Por un lado (A) el perecimiento y modificación incesante de los objetos; y (B) el “lapso” en que tales “eventos” ocurren.

¿Por qué, entonces, no ahorrar un paso, y decir que el tiempo, sus modos y sus medidas son una manera de percibir la realidad? ¿de dotarla de una dimensión estática de la que carece? ¿De tomar una porción arbitraria de ese continuo fluir y colocarle una etiqueta de “presente”, “pasado” o “futuro”?

La cuestión es que el tiempo carecería de una base “física”, de un fundamento real y objetivo. Vendría a ser solamente una especie de conjuro con el que nuestra mente, a través de la idea de la repetición y del ciclo, procuraría vencer el insoportable fluir de las cosas y la muerte.

Los minutos terminan para volver a comenzar. La repetición cíclica se multiplica en horas, días, semanas, años y nos ofrece la ilusión del retorno. Un día será lunes otra vez; luego, llegará nuevamente abril, y a la muerte de cada diciembre habrá otro enero para revivir la idea de una nueva creación.

¿Qué es el tiempo?

El simple espejismo de una inmortalidad terrenal.




Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta

domingo, diciembre 24, 2006

Feliz Navidad!



Cuando pienso en la navidad, evoco solamente pequeños momentos; dos o tres pincelazos con un saborcillo agridulce.... Mi papá llegaba en la tarde y luego se marchaba cerca de las seis (cuestiones de esposos separados). A las nueve, mi tía Pilar y el tío Víctor, mi primos favoritos y los infaltables regalos. A las diez, el tío Toñín se llevaba a la abuelita y a mi mamá.

Recuerdo la casa de la abuela, silenciosa y en penumbra; sonidos lejanos de cohetes y risas; la ventana desde la que me pasaba mirando un parque iluminado por su único poste; la emoción rara que me impedía dormir, imaginando que en las otras casas las navidades eran de alegría fotográfica, y que de algún modo, sentado en esa grada o asomándome a la ventana, yo también participaba de su felicidad... entonces imaginaba a mi papá, solitario en su mesa, tomando café y fumando sus ducales... y luego, en algún momento de la noche, mi hermana me mandaba a dormir.

Mi mejor navidad fue aquella en que me escapé detrás de mi papá. Lo seguí hasta que estuvimos lo suficientemente lejos como para no regresar a casa de la abuela. Ese 24 de diciembre estuvimos los dos juntos. Las calles del centro estaban repletas, no he podido quitarme esa imagen porque fue la primera vez que estuve en la calle tan tarde. Iba de la mano de mi viejo y mi pecho latía con fuerza. Nos compramos un regalo, una especie de ajedrez y jugamos hasta más de las dos de la mañana. Más tarde, mientras mi papá dormía, yo permanecía con los ojos abiertos, porque cuando uno es feliz se desea matar el tiempo a palos para que no nos duela la mañana.

Como se ve... en este punto no tengo muchas definiciones, solamente la compañía persistente de ciertos sabores indelebles...



Roberto Pável Jáuregui Zavaleta


lunes, diciembre 11, 2006

La Muerte Esquiva


Recuerdo que cuando era niño solía escuchar centenares de historias acerca de la perdurabilidad sobrenatural de Hitler. Todas coincidían en que el sujeto no había muerto aquel día de abril, sino que se encontraba gozando de excelente salud y de mejor ánimo en algún lugar del universo. A partir de ese punto, la variedad comenzaba: primero, alguien había visto al dictador en Bolivia, ganándose el pan vendiendo jabones y perfumes; luego, otro dijo que se encontraba en Argentina dictando sus memorias o buscando empleo como empresario de espectáculos. También se dijo que lo más probable era que el Fürer se encontrara viviendo en el centro hueco de la Tierra en la mismísima Atlántida.

La variedad iba desde identificar al jefe nazi con el vecino de bigote mosca hasta el no menos sorprendente testimonio, según el cual, Hitler debía estar nada menos que en Ganímedes, la séptima luna de Júpiter, lugar donde existía una civilización superior y vegetariana, en la que don Adolfo compartiría casa con el rey del rock Elvis Presley y la inolvidable Marilin Monroe.

Es innegable de que existe cierta clase de individuos, cuya vida y muerte están cubiertos de incertidumbre. Qué más da un Hitler o un Pinochet; son hombres de quien todo el mundo dice que han muerto cuando están vivos, y que están vivos cuando han muerto. Probablemente sea un efecto curioso de la Luna en conjunción con Marte; o talvez sea uno de los efectos secundarios del roce del poder, de su expresión más asesina, que los marca con el estigma de una biografía incierta y de una muerte esquiva...

No lo sé... porque también podría ser la simple justicia de la vida, que niega el descanso del olvido a los “grandes” hombres sin alma.

Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta

jueves, diciembre 07, 2006

Hombre y Nombre



Judas, el traidor. Nerón, Hitler y Calígula, tres locos sanguinarios. Napoleón, el genio militar…
Asociar un valor o una idea al decir un nombre cualquiera resulta curiosamente inevitable. Por ejemplo, de mi infancia recuerdo a Yuri, la tontería; a Cerdeña, la estupidez; a Juan, la amistad; a Paco, el alcoholismo; Elvis, la mansturbación; y Marco, las historias de terror y los chistes de Quevedo.



Resulta claro que el nombre resume al hombre. En cierta forma, vamos adhiriéndole nuestros momentos, nuestras palabras, nuestros pasos. César hizo de su nombre un signo de majestad y autoridad al punto que se convirtió en sinónimo de poder. De allí se derivó la palabra Kaiser y Czar, títulos de los emperadores alemanes y rusos. Alejandro Magno, conocedor que otro Alejandro había mostrado cobardía en el combate, le instó a cambiarse de nombre o a comportarse a la altura del que llevaba (talvez una incipiente protección de la calidad de marcas).



Me pregunto ¿qué idea vendrá a la gente cuando dice mi nombre? ¿qué pensamientos evocarán quienes pronuncian el tuyo?

Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta

viernes, diciembre 01, 2006

Y hablando de liderazgo y elecciones...



El liderazgo es un hecho inevitable; siembre tendremos líderes, por lo que, el punto crucial en este asunto no será tanto “encontrar” un líder, como “escoger” al mejor.

Hace años leí una comparación muy interesante que puede ilustrar esta idea. Alejandro Magno fue un líder asombroso, hijo del rey Filipo, tuvo por maestro a Aristóteles, conquistó un imperio que abarcaba Grecia, Asia, Egipto y la parte norte de India. Sin embargo, al morir, su imperio se deshizo. Jesucristo, en cambio, fue hijo de un carpintero, nunca fue a una escuela famosa, y creo que nunca fue a una, su ejército se limitó a doce hombres sin mayor educación, y su vida y muerte ha influenciado la historia humana como la de ningún otro hombre. Es interesante que ambos líderes murieran a la edad de 33 años.

La conclusión de la historia resulta evidente: hay quienes buscan ser líderes por amor al poder; y hay quienes buscan ser líderes por amor al prójimo. La moraleja tampoco queda oculta: hay quienes buscan líderes en quienes saben mandar; creo, es más sabio, buscar guías en aquellos que saben servir.


Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta

lunes, noviembre 27, 2006

Puntilladas



El hombre libre es el que no teme ir hasta el final de
su pensamiento.

León Blum

jueves, noviembre 16, 2006

Utopía



Hace poco recibí una invitación para participar en un recital. El tema: Utopía. Mientras escogía algunos poemas y escritos de mi despensa me pregunté: ¿qué es lo más determinante en la vivencia humana, el sentido de lo utópico o la experiencia de frustración?

Por un lado las utopías dinamizan nuestras acciones; de algún modo, debe haber algo de esperanza en cada movimiento. Sin la convicción o la subconsciente creencia en el final de cuento de Hadas, no moveríamos un píe de la cama. San Martín no hubiera venido al Perú, y sin esa idea, ciertamente, tampoco se hubiera marchado. Sin el sentido de lo utópico los matrimonios y las convivencias serían imposibles, tampoco serían posibles los divorcios, ni los viajes espaciales, ni las dietas milagrosas. Las utopías despiertan a los héroes, impulsan a las masas, crean puentes, levantan monumentos, pero también destruyen ciudades y desatan los genocidas. Las utopías inflaman la vida y justifican la muerte.

Sin embargo, por otro lado, todas las utopías son pendientes que terminan en un abismo profundo. Hay un momento en que el camino aparentemente promisorio se termina; hay un instante en que aparece a nuestros pies el abismo. Y la frustración se convierte en la constante compañera de cada búsqueda del hombre. Las revoluciones terminan volviendo a los orígenes; los libertadores se convierten en tiranos, y las búsquedas se estrellan en muros sólidos y oscuros. El que alcanza la fama, la lleva como una cruz; y quien tiene el poder se vuelve su esclavo.

¿Cómo explicar todo esto? Económicamente hablando las necesidades son ilimitadas, no hay utopía capaz de satisfacer la sed humana... y tal vez ahí esté la respuesta de todo, en que como siempre los dilemas son falsos dilemas, y en consecuencia, resulta irrelevante determinar cuál es el factor más determinante de la historia; el sentido de lo utópico y la frustración resultante serían, en verdad, dos caras de una misma moneda, dos momentos de la misma historia y la inevitable fatalidad del destino humano.


Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta

domingo, noviembre 12, 2006

La Isla de la Espontaneidad





Hace unos días veía un nuevo comercial de cerveza:

A una isla llena de chicas bonitas, con bikinis que del solo recordarlos hacen sonreír, llega un hombre de corbata, navegando en una cabina agobiante y estrecha.

Ese hombre oprimido, habitante del mundo de las reglas, de la puntualidad y del semáforo; al haber llegado a la isla de la espontaneidad, de la libertad, de la ausencia de reglas, de las chicas de bikini jugando voley en la playa, de los cuerpos perfectos, de la cerveza… en fin; al haber conocido que el secreto de la felicidad radica en aflojarse la corbata y mandar al diablo las normas; ese hombre, ahora “liberado”, debe llevar de regreso a nuestro mundo (que situacional e históricamente coincide con el Perú) la cultura de la “espontaneidad” en una botella de cerveza.

No se puede pedir rigor filosófico a un “creativo” de la publicidad. Pero al menos debería mostrar un poco de sentido común:

¿Realmente necesitamos más “espontaneidad” en el Perú?

Salgan a manejar un rato, disfruten de nuestro “espontáneo” tránsito y luego respondan la pregunta.


Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta

miércoles, noviembre 08, 2006

Papá Noel, Hugo Chávez y una Paradoja Libertaria



El día de ayer (08 de noviembre del 2006); el buen Hugo Chávez, en uno de sus acostumbrados exabruptos anunció la proscripción de Papá Noel, los árboles de pino, los bastoncitos dulces, la nieve ficticia, trineos, renos con nombre propio y demás parafernalia navideña. Las razones de la prohibición tienen que ver más con el aniquilamiento de los símbolos imperialistas (obviamente) que con la ortodoxia cristiana.

La medida permite varias lecturas:

Primera: Hugo Chávez supone que el poder político incluye la facultad de normar el modo en que los ciudadanos deben sentir y vivir sus tradiciones y religión. Tal atrevimiento establece el innegable parentesco de la llamada “Revolución” Venezolana con todos los sistemas de gobierno totalitarios y represivos que han existido a través de la historia incluyendo las monarquías absolutas europeas, la inquisición, el Papado, los Nazis, el Comunismo, etc. etc. Desde esta perspectiva, el único con derecho a sentir y a creer libremente es quien detenta el poder, todos los demás deberán adecuar no solamente sus conductas al imperio de la ley; sino también, sus creencias y sentimientos. En otras palabras, su mundo subjetivo e interno, aquél espacio del espíritu que es esencialmente libre, deberá quedar sometido a las convicciones del líder infalible e iluminado. Tal postura es una aberración insoportable.

Segunda: Hugo Chávez está convencido que el poder político le permitirá aislar a Venezuela del sincretismo simbólico del mundo globalizado. Me sorprende que un hombre tan aficionado a los medios, haya pasado por alto que la tecnología que nos rodea, como or ejemplo la internet, nos aproxima y acerca a múltiples culturas, en donde la diversidad y complejidad de los intercambios están produciendo una manera de pensar sincrética; este blog por ejemplo, también es leído en Venezuela ¿Realmente cree que prohibiendo a Papá Noel dará un duro golpe al imperialismo? Tal postura es de una estupidez memorable.

Tercera: Hugo Chávez que declara la guerra a los arbolitos de pino del imperialismo, sigue vendiendo el petróleo que mueven los ejércitos del imperialismo. Esta última postura es de un cinismo difícil de adjetivar.

Por otro lado, todo este asunto de la lucha emprendida por don Hugo contra el imperialismo para proteger las libertades venezolanas, que hoy en día no son muchas, dicho sea de paso; me hizo recordar a John Stott cuando acertadamente puntualizaba sobre el tema la libertad:

“... el asunto de la libertad muchas veces se entiende mal. Incluso los que más fuerte y sostenidamente vociferan acerca de la libertad no siempre se han detenido a analizar de qué están hablando. Un ejemplo notable lo constituye el orador marxista que estaba expresándose elocuentemente en una esquina acerca de la libertad que todos disfrutaríamos después de la revolución.

- Cuando obtengamos la libertad – exclamó – todos ustedes podrán fumar cigarros como ese – señalando a un caballero rico que pasaba.

- Prefiero mi cigarrillo – gritó un provocador.

- Cuando obtengamos la libertad – prosiguió el marxista, haciendo caso omiso de la interrupción, a la vez que se entusiasmaba con el tema – podrán conducir automóviles como ese – señalando un lujoso Mercedes que pasaba.

- Prefiero mi bicicleta – gritó el provocador.

Y así continuó el diálogo hasta que el marxista ya no pudo tolerar más al atormentador. Volviéndose hacia él, le dijo:

- Cuando consigamos la libertad, usted hará lo que se le diga.”



Curiosa paradoja resultante, la de perder la libertad en nombre de la libertad.



Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta

Puntilladas



"No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la
revolución para establecer una dictadura."

George Orwell

lunes, noviembre 06, 2006

¿Promocionando Nuevos Valores Literarios?




Tomando una sabrosa taza de café en la no menos sabrosa compañía de un amigo, cuyo nombre vamos a mantener en reserva como mecanismo de protección, llegó a mi conocimiento una nueva modalidad de actividad literaria: la promoción de nuevos valores. La ocurrencia me pareció digna de un comentario por lo hilarante o lo delirante (eso ya es cuestión de aficiones), ya que siendo conscientes de la triste realidad literaria regional me parece un poco traído de los pelos que un escritor anónimo pueda promocionar a alguien, por más libros publicados que pueda colgar de su currículo.

Veamos el panorama a grandes trazos:

Las publicaciones son completamente irrelevantes e intrascendentes, demográficamente hablando. La Provincia de Trujillo debe tener algo de 600,000 habitantes. El impacto que pueda tener una edición de mil ejemplares (equivalente a menos del 1%) es casi nulo, por no decir nulo.

En la práctica todas las publicaciones son clandestinas, artículos coleccionables por la misma gente de siempre. Un reducidísimo círculo conformado por cuatro gatos involucrados en el quehacer literario, a los cuales todos conocemos, y son: fulano, sotano, mengano y la carracuca. Estos se homenajean, se invitan y se deshacen en halagos entre ellos, a falta de lectores reales, ya que sus publicaciones, usualmente de mediocre nivel, ni siquiera sirven para regalo consuelo de librería pirata. La verdad es que a estos literatos y comunicadores nadie los conoce, solamente sus amigos, ciertos adolescentes que puedan caer bajo sus garras o tres o cuatro mentecatos que se creen el cuento del artista “consagrado”.

Esto está ligado a un segundo problema: La falta de verdaderos editores. Aquí la cosa es más fácil de explicar; al no existir un verdadero mercado editorial, es imposible que existan editores. Un editor es un hombre de negocios, pero además, se supone, es un artista de gran conocimiento y sensibilidad literaria (al menos en el mundo civilizado). Debe tener la capacidad de valorar un texto y estimar su impacto en el mercado. Eso en la región liberteña es imposible. El 99.99% de nuestros “editores” no realizan ninguna función realmente editorial, no invierten en literatura sino en la ingenuidad y en el ego de nuestros “escritores”. La relación que se entabla entre el escritor y el pretendido editor más que editorial es simbiótica. .. Ellos simplemente se favorecen con las impresiones, por lo que técnica y tautológicamente son simplemente “impresores”, donde el asunto no es presentar un material de calidad, sino alentar todas las publicaciones para luego abandonar al iluso autor a su suerte.

Como el mercado ni siquiera tiene la oportunidad de agrandarse con los propios literatos, ya que los gatos que ya les mencione, por lo general nunca compran libros regionales (esperan que se los regalen); se llega al último nivel de degeneración: las patéticas ventas forzadas que los autores o sus amigos cercanos harán a los estudiantes que hayan tenido la mala fortuna de caer en sus garras. Pero al final, esta modalidad de venta tampoco hace a sus autores trascendentes, ya que los contenidos son de tan poca calidad que nada les garantiza que su imaginario “público” lea sus libros, y la verdad, en el mejor de los casos esas obras de arte van a un estante o a alguna caja a dormir el sueño de los justos, sueño que según Nietszche es largo y profundo.

Así, de todo este asunto se puede sacar dos aplicaciones:


Primero: Según el contexto literario regional e idiosincrasias anexas, se debe entender como promoción de nuevos valores aquella que realiza un escritor más o menos desconocido, a favor de individuos más o menos aficionados a la literatura, pero igualmente desconocidos, con el objeto de promocionarse a sí mismo. Como diría Condorito... Plop!

Segundo: En ese estado de cosas, que alguien pretenda promocionar nuevos valores resulta una pretensión digna del pueblo de Macondo, arrabales y demás coroneles.

He dicho




Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta

miércoles, noviembre 01, 2006

El Concepto de Finalidad, la Naturaleza y el Estado




Aristóteles dice que el hombre es un Animal Político (un animal estatal sería una traducción más precisa); sugiriendo una concepción naturalista del Estado. Desde esa perspectiva, los seres humanos se orientarían a la convivencia “estatal” de un modo natural.

Cuando se coloca la causa sustancial del Estado en la esfera de la naturaleza humana, en la esencia del hombre; la apartamos del campo de acción de la libertad. Como resultado, el Estado no podría entenderse como acto racional y voluntario, sino más bien, como un hecho natural y necesario.

Problema: ¿Cómo podemos sostener, entonces, el concepto de finalidad del Estado? ¿Tienen acaso la naturaleza evolutiva un fin? ¿No es acaso producto del azar?

No es posible un fin fuera de la razón. El universo evolucionado carece de propósito, simplemente es. La lluvia carece de finalidad en sí misma, solamente posee consecuencias; su finalidad, en todo caso, es el resultado de una interpretación racional y externa. Únicamente un ser pensante se propone fines, de manera que el hombre, incapaz de “crear” racional y libremente el Estado, pero capaz de percibirlo, sería un simple intérprete...

Intérprete engañado, al fin y al cabo, que descubriendo ciertas relaciones, cree gobernar su propia historia.



Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta

martes, octubre 31, 2006

Puntilladas



"Si en una sociedad no se parten equitativamente los derechos, los cargos y las obligaciones de tal forma que los magistrados tengan bastante poder, los grandes batante autoridad y el pueblo bastante libertad, no puede esperarse permanencia en el orden establecido"

Cicerón

domingo, octubre 29, 2006

Puntilladas


"La poesía no está escrita con ideas, está escrita con palabras"
Mallarmé

martes, octubre 24, 2006

La Brecha



Una tarde de Basket con los amigos termina usualmente en la panadería de Kucho, entre palabras superficiales y una CocaCola de dos litros.

La conversación superficial sobre las ventajas de usar un desodorante en spray en lugar de uno en barra, desemboca en el viejo chiste de King Kong y Kojak.

El chiste de Kojak nos conduce a explicaciones indispensables acerca de la calvicie de Telly Savalas y a las típicas preguntas: ¿qué es Kojak? y ¿quién es Teddy Savala?... entonces, de modo inevitable, hay que referirse a esas películas de los setenta que a veces había visto en televisores de tubos y a blanco y negro... y de pronto estoy hablando de cosas viejas que nadie recuerda, y caigo en la cuenta de que, al fin y al cabo, estoy hablando solo... pienso luego, es el tiempo; estos son los muchachos de ahora y yo, de algún modo, soy sólo un hombre de ayer...


Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta

Fotografía: El abuelo David, mi hijo Rodrigo, Lima - 2006

jueves, octubre 19, 2006

¿Democracia y Respeto?



En la “Caretas” de hace un par de semanas encontré un artículo de Gorriti...

El artículo resulta interesante porque en él se llama la atención sobre un detalle curioso: La palabra “democracia” les encanta a los dictadores del mismo modo que la palabra “respeto” fascina a los delincuentes. Así por ejemplo Alemania del Este prefirió denominarse “Democrática”; y miembros de la mafia mejicana (narcotráfico) habrían dejado un par de hombres mutilados y decapitados con una nota: “Para que nos respeten”.

Una vez más encontramos cierta - y del modo más macabro – la justeza del refrán: “Dime de qué te jactas, y te diré de qué careces”


Roberto Pável

lunes, octubre 16, 2006

Dualidad: amplitud de percepción o simple reduccionismo



Hay una visión del universo como ente dividido en fuerzas que se oponen con simétrico encono; según la cual, el equilibrio entre el bien y el mal vendría a ser el fundamento de lo existente, incluyendo nuestra vida e historia.

Uno de los argumentos a favor del entendimiento dual de la realidad, se basa en que el ser de un ente determinado es imposible sin el ser de otro completamente opuesto. Sin mal, no conoceríamos el bien. Sin día no notaríamos la noche. Sin dolor, no percibiríamos la alegría, etc etc...

Contra esta falacia, se pueden plantear varias objeciones, mencionaré tres:

  1. Toda la comprobación de la teoría dual, se basa en la imposibilidad de percibir la realidad opuesta. En ese sentido, la complementariedad no necesariamente es ontológica sino simplemente cognoscitiva, y por lo tanto, el mal únicamente provoca la añoranza del bien perdido, más no ejerce ninguna influencia germinadora en aquél.
  2. Sin embargo, la función cognoscitiva de los contrarios resulta todavía más débil, ya que no es cierto que necesitemos conocer ambos opuestos para entenderlos individualmente. ¿Necesita el rico la pobreza para conocer su riqueza? No, la percibe por sus propios efectos, cuando usa de su dinero y su poder. Lo mismo ocurre con el bien y el mal, son perceptibles no por la existencia del otro, sino por las bondades o los estragos de sus propias consecuencias. Conocemos la luz, no porque haya oscuridad, sino porque vemos. Conocemos la oscuridad, no porque exista la luz, sino porque sencillamente no somos capaces de ver.
  3. No hay relación alguna de causalidad comprobada entre los opuestos. El día no es creado por la noche, sino por la rotación de la tierra; la felicidad no es causada por la tristeza, sino por un momento placentero; el dolor no es causado por el gozo, sino por una circunstancia pesarosa; de modo que no es necesaria una para la existencia de la otra.

El dualismo entonces resultaría ser no otra cosa que un reduccionismo simplón y sin sentido.

Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta

viernes, octubre 13, 2006

El bien, el mal y Hobbes




Releía una vieja monografía redactada allá por agosto de 1994. En la página 24 encontré los siguientes comentarios sobre Hobbes:


Hobbes parte de la hipótesis de que un hombre libre no tiene escrúpulos ni conciencia, que es el esclavo de sus pasiones”

“...es tan egoísta y tan bajo moralmente que, experimenta una suprema satisfacción al perder sus derechos porque sabe que todos los demás los han perdido, y es tal certeza la que lo convierte en un buen ciudadano



Hobbes ve al hombre como un ser naturalmente ruin y egoísta. Ese egoísmo se ejerce en una libertad bastante amplia, por cierto, debido a que no se encuentra limitada por escrúpulos. De esa maldad original nace el orden político, porque hombres malvados y libres prefirieron perder sus poderes primigenios, entregándolos para formar el Estado, por el simple placer de ver que el resto de la humanidad también iban a perder su autonomía.

La idea me llamó la atención, no por la visible ingenuidad con que enfoca la compleja naturaleza humana, sino porque, en sí, nos plantea un dilema moral abrumador:

Esa asociación entre esclavitud y libertad, entre egoísmo y ética cívica ¿no lleva implícita la negación del mal y del bien? Si el hombre es libre para conducirse conforme a su ego, entonces, a la vez, es esclavo de sus pasiones; si el hombre es esclavo del Estado, en ese caso, por lo menos en la práctica, será liberado de su naturaleza viciada por la ética ciudadana. Y si una cosa se debe a la otra, ¿no podría llegarse a la conclusión de que ambas, al fin y al cabo, forman parte de algo más grande, una realidad que las unifica y las confunde?

Aparentemente sí... sin embargo, hay un pequeño defecto en el argumento. El contrato por el cual hombres perversos crearon el orden y el bien cívico nunca ocurrió, salvo en la mente de Hobbes, hecho elemental pero contundente, que convierte ese relativismo moral en una simple falacia.



Roberto Pável Jáuregui Zavaleta



lunes, octubre 09, 2006

Los dilemas de Grisham




John Grisham (escritor de legal thrillers) no es un autor cuyos libros se caractericen por la profundidad metafísica. No hay sufrimiento existencial en su obra; tampoco un punto de vista estético del dolor humano. No encontraremos un relato de las elegantes proporciones de Yourcenar, ni la narrativa poderosa de Gogol o Víctor Hugo.

Grisham, en cambio, construye relatos lineales con una maestría admirable. Sus personajes son seres de verosimilitud fílmica, y sus tramas se desarrollan de un capítulo a otro con soltura adictiva. Sus libros se meten en tu mente, te atrapan y te conducen por intrigas judiciales, que si bien percibes no son ciertas, las terminas aceptando como una “realidad” paralela.

Hace unas horas, en la página de “USAToday”, apareció una nota anunciando la publicación de su último libro; con un tiraje 2.8 millones de copias (Cifra por demás impensable en la miserable industria literaria nacional) se publicará “The Innocent Man” Lo interesante de esta edición, es que se trata del primer libro basado en un hecho de la vida real. La historia Ron Williamson, …”a once promising ballplayer who spent 11 years on Oklahoma's death row for a rape and murder he did not commit” (una vez prometedor jugador de baseball, quien pasó 11 años con condena a muerte en Oklahoma por violación y asesinato que no había cometido).

Ron Williamson era un hombre que padecía de problemas mentales, vivir cerca de la víctima y su historial de conducta problemática fue la única evidencia que se usó para determinar su condena. Policías, el fiscal, el juez y un “detector de mentiras” conspiraron para condenar ese hombre. Luego de 11 años, apenas cinco días antes de su ejecución, una prueba de ADN demostró su inocencia.

El libro de Grisham se presenta como una dura crítica al sistema norteamericano, y también como un serio cuestionamiento a la pena de muerte. La lógica indignación que provoca la condena de un inocente nos lleva hacia ese camino... aparentemente...

Mi punto es, que en una perspectiva la condena de un inocente, puede ser el argumento perfecto para no castigar a los culpables; en otra, la condena de un inocente puede ser el argumento perfecto para no dejar impune tal aberración.



Roberto Pável
Jáuregui Zavaleta


viernes, octubre 06, 2006

Puntilladas




Ahora bien: no es posible que una fe muera si no es porque otra ha nacido, por
el mismo motivo que es imposible caer en la cuenta de un error sin encontrarse ipso facto sobre el suelo de una nueva verdad.

Ortega y Gasset

miércoles, octubre 04, 2006

El lenguaje como reflejo creador




Pocos días antes del fin de semana principié un encierro voluntario. Pasé cuatro días casi sin dormir redactando algunas líneas para mi curso de teología. Mientras elaboraba el esquema de uno de los capítulos y escogía los textos que pensaba disertar, mis ojos se fijaron en una cita de Carroll, quien, en su Comentario del Génesis, consideraba el "uso de un lenguaje articulado" como una característica de la “imagen de Dios” residente en el hombre.

La idea me llamó la atención porque ni Berkhof, ni Mullins, ni Clarke, ni ningún otro teólogo consultado había hecho esa proposición. Pero más que eso, me inquietó esa sensación de extraña familiaridad que nos acompaña, a veces, cuando nos presentan ciertas personas.

El algún lugar, en algún momento yo había revisado un texto paralelo o al menos relacionado. Me volví rápidamente hacia mis desordenados libros, mi índice se detuvo finalmente en la esquina derecha del librero, entre Stuart Mill y Zweig, sobre el libro de Ernst Cassirer titulado “Antropología Filosófica”.

En el capítulo relativo al lenguaje decía lo siguiente:

“Los creadores de las teorías biológicas acerca del origen del lenguaje no vieron el bosque a causa de los árboles. Partieron del supuesto de que una línea directa nos conduce desde la interjección al lenguaje, pero esto es una petición de principio, no una solución, porque lo que había que explicar no era el mero hecho del lenguaje humano sino su estructura. Un análisis de esta estructura revela una diferencia radical entre el lenguaje emotivo y el proposicional; no se hallan al mismo nivel. (...) Me parece que ninguna teoría biológica logró cancelar jamás esta distinción lógica estructural; no poseemos ninguna prueba psíquica de que ningún animal traspasara jamás la frontera que separa el lenguaje proposicional del emotivo. El llamado lenguaje animal es siempre enteramente subjetivo; expresa diversos estados del sentimiento, pero no designa o describe objetos. Por otra parte, no existe prueba histórica de que el hombre, ni en las etapas más bajas de su cultura, estuviera nunca reducido a un lenguaje meramente emotivo o a un leguaje mímico.”





Un teólogo del siglo pasado, relativamente oscuro ahora, coincide con un profesor secular de la Universidad de Yale; ambas posiciones, aun cuando se mantienen en sus respectivos lados de la calle, se miran con cierto aire de semejanza; a pesar de pertenecer a familias diferentes, ambas se acercan y complementan casi perfectamente.

Se me ocurre de pronto, que si Borges hubiera contado esto, talvez hubiera dicho que no hay dos posiciones coincidentes; que esa es solamente una manera de ver las cosas, que en verdad ambos libros son uno solo, como las dos caras de una misma moneda.


Roberto Pável


(1)Carroll; El Libro de Génesis; El Paso - Texas; CBP; s/f ; p.81
(2) Cassirer, Ernst; Antropología Filosófica; Fondo de Cultura Económica; México; 2° Ed; 1999; p. 175

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